El Universal
- En el Cerro del Teúl se encontraron caracoles, placas y los restos de una persona que se cree fue enterrada entre los años 1100-1300 d.C.
Una rica ofrenda mortuoria fue descubierta en el Cerro del Teúl, al sur de Zacatecas. Está compuesta por 540 caracoles, 101 placas y 12 cuentas de concha, tres de piedra verde, un cascabel y dos pinzas de cobre, entre otros elementos, que acompañaban el cuerpo inerte de un personaje importante del lugar, el cual se supone fue enterrado entre 1100-1300 d.C.
De acuerdo a un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se señala que arqueólogos de esta institución que trabajan en lo que hoy es el sitio arqueológico Cerro del Teúl, con miras a su apertura al público en 2012, descubrieron este depósito en las proximidades de un horno prehispánico para la fundición de cobre, localizado en el 2010, y que debió funcionar entre los años 900 y 1200 de nuestra era.
De este descubrimiento el arqueólogo Enrique Pérez Cortés indicó que "debido al mal estado de conservación del esqueleto del personaje, sólo recuperamos el cráneo, restos de la pelvis y de huesos largos; por la forma en que se hallaron dispuestos, es probable que originalmente el cuerpo haya sido colocado de forma sedente (sentado)".
"Abajo del cráneo, entre la mandíbula, se hallaron un par de pinzas de cobre. Suponemos que debieron colgar del pecho del individuo y terminaron entre los maxilares tras la desintegración del cuerpo. Lo interesante es que este objeto -que denotaba estatus-, está referido por ejemplo en el manuscrito Relación de Michoacán, en donde se observa que lo porta un sacerdote", detalló el investigador del INAH.
En tanto, la restauradora Mariela Carrillo señaló que cada uno de los 540 pequeños caracoles hallados en la ofrenda, tienen una perforación, que indica que debieron estar cosidos formando un sartal. Mientras que las 101 placas de concha (cuadrangulares y rectangulares) conformaban un mosaico, al parecer adheridas a un soporte.
El diseño de dicho mosaico, que posiblemente cubrió la espalda del individuo enterrado, se basó en un cuadrado formado de grandes placas de concha, en cuyo centro había láminas de concha más pequeñas y cuentas de piedra verde; las orillas estaban rematadas por otras placas delgadas, abundó Pérez Cortés.
El ajuar se complementa con 12 aretes de concha con perforación al centro, una cuenta de piedra blanca, una muela que no perteneció al individuo enterrado, y varias concentraciones de fibra que deberán ser analizadas. También, a la altura de las rodillas del personaje estaba colocado un cuenco con diseños esgrafiados.
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